Colombia

Violencia intrafamiliar y violencia sexual en el contexto del conflicto armado desde una perspectiva de equidad de género. (Por Isabel Ortiz Pérez)

 

 

Subió a Conferencia el 11 de febrero del 2005.

 

 

“De generación en generación, la guerra ha sido el espacio de socialización

 de los y las jóvenes.

  La guerra en nuestro país justifica la impunidad,

 la corrupción. la barbarie, la tortura, la masacre, el secuestro.

 Sectores del Estado, los grupos  armados  y  sectores de la población civil han convertido la propuesta militarista y la guerra en su razón de ser... 

Ya no basta anhelar la paz, es necesario presionar el fin de la guerra.

 Las mujeres santandereanas queremos, necesitamos y podemos hacer parte de la solución”. 1

 

Por Isabel Ortiz Pérez. *

Documento elaborado para la Consejería Presidencial para la Política Social.

 

Hemos aceptado en Colombia la violencia como forma de relación  social y “de resolución de conflictos”,  situación que se expresa en diferentes espacios privados y públicos.  Al interior de la familia,  se manifiesta cómo violencia  conyugal,  aquella que ocasiona el hombre, esposo o compañero a su pareja,  forma de dominación del hombre hacia la mujer muy arraigada en nuestra realidad colombiana y que tiene como causa básica, el sistema patriarcal que educa y socializa al varón para que ejerza sobre las mujeres violencia y sometimiento, como manifestación de virilidad. En el espacio privado de la familia, también la violencia se expresa en las formas  de control y castigo que desde épocas pretéritas, los padres practican con sus hijos/as con la pretensión de disciplinarlos. 2 Los golpes, las palabras agresivas, los chantajes,  humillaciones, burlas, son dolorosamente el pan de cada día, en la vida cotidiana de innumerables familias colombianas tanto del campo como de la ciudad. 3

 

También en las aulas de clase, se presentan aún  muchos rasgos de ésta violencia endémica, que a fuerza de repetirse  ha llegado a naturalizarse, y a aceptarse como parte de la socialización de niños, niñas  y jóvenes, ya que muchos docentes utilizan todavía la ironía, la burla y las palabras agresivas como forma de corrección de comportamientos que se consideran por fuera de la norma esperada. 4

 

El resultado de este ejercicio sistemático de agresión sobre los mas débiles, hace parte de lo que en sicología se conoce como la tendencia a la repetición, que como efecto de una ira acumulada y no desahogada, busca salidas irracionales, manifestándose con actos de violencia recurrente, por cuanto esa ira reprimida, tiende a salir volcándose sobre otros y otras. 5 Como efecto de lo anterior, presenciamos en  nuestro país, niños y niñas con actitudes y comportamientos violentos, también mujeres cargadas de dolor y rabia por todas las violencias recibidas, quienes a su vez  descargan maltratos sobre sus hijos pequeños, y hombres de todas las edades y clases sociales, que consideran que golpear, gritar, humillar es “ el deber ser “ de su hombría, y con actos o palabras maltratan a sus compañeras y a sus hijos.

 

El enfoque de género, permite mostrar como se han construido de manera diferencial estas actitudes de violencia cotidiana. El hecho de considerar “el  deber ser masculino”, con características  como la valentía, la fuerza física, la inexpresividad emocional, la sexualidad descontrolada, y por otra parte, “el deber ser femenino”, asociado a la docilidad, la sumisión y pasividad, conduce a estereotipos de género, que facilitan y son factores que posibilitan y refuerzan la violencia en ámbitos privados y públicos. De ésta manara, los hombres en forma mayoritaria, son agentes de la agresión, mientras las mujeres se constituyen  en víctimas,  afectadas gravemente en su salud física y mental, pero a su vez, son reproductoras de la cadena de violencia, casi siempre volcada hacia  sus hijos/as pequeños. 6  En la Encuesta Nacional de Demografía y Salud, realizada por Profamilia en el año 2000, la realidad de violencia física contra las mujeres, se hace evidente con cifras que sorprenden. ” El 41 por ciento de las mujeres alguna vez unidas a un hombre, contestó en forma afirmativa las preguntas relacionadas con la violencia física por parte del cónyuge, el 37% manifestó que la empujaba, el 31% que la golpeaba con la mano, el 12% que la pateaba y la arrastraba, el 9% que la golpeaba con un objeto duro, el 8% que la amenazaba con armas, el 4% que la mordía, el 5% que había tratado de quemarla o estrangularla y lo que es aún peor, el 11% que la había violado” 7. Sobresale en el estudio que las regiones donde la violencia física contra las mujeres se muestra con mayor frecuencia son la Pacífica, la Oriental y Bogotá, y que no hay diferencias importantes en cuanto al  nivel educativo de las mujeres, ya que hasta las universitarias expresan situaciones graves de violencia física. Con relación a la violencia emocional,  las mujeres alguna vez unidas a un hombre, contestan en un 65% que sus esposos tienen reacciones negativas como acusarlas de infidelidad, impedirles el contacto con familiares o amigas, insistir en siempre saber donde estaban, vigilarlas, amenazarlas con quitarles los hijos, además de agredirlas con expresiones que las descalifican y deterioran su valoración personal.

 

Con relación a la violencia contra los niños y niñas, el estudio, señala que el esposo o compañero castiga a sus hijos con golpes y palmadas en un 42% y el 73% con reprimendas verbales. Afirman que también ellas agreden físicamente a sus hijos pequeños, señalando una cifra del 47% y con reprimendas verbales en un 72%. Cerca de la mitad de las mujeres (53%) considera que el castigo físico es necesario para la buena educación de los hijos. 8    

 

Este panorama de agresión y violencia al interior de las familias ha conducido a generar en Colombia, una mentalidad proclive a la solución violenta de las diferencias, con consecuencias en los espacios públicos donde se manifiesta como violencia social y en mi concepto con gran incidencia también en la violencia armada que vive el país.

 

ALGUNAS EVIDENCIAS SOBRE LA RELACIÓN ENTRE LA VIOLENCIA INTRAFAMILIAR Y EL CONFLICTO ARMADO.

 

Partimos de la hipótesis de que un contexto de conflicto socio-político como el que vive el país desde hace décadas, que se  ha agudizado e incrementado en los últimos años, produce efectos directos en la vida de las familias y que las tensiones y dificultades a su interior  tienden a agravarse. De otra parte, estudios e investigaciones realizadas con población que ha vivido el desplazamiento, muestran los efectos diferenciales que la ruptura y el desarraigo del éxodo vivido por la situación del conflicto armado tiene sobre las mujeres. 9  Se hace necesario en consecuencia  precisar, cómo se dan las relaciones entre violencia Intrafamiliar y el conflicto armado, determinando si hay  situaciones de causalidad directa,  o si por el contrario no es posible  identificar causalidades y relaciones entre estos dos conflictos de orden social que  afectan a nuestro país.

 

Considero que si bien, ésta relación apenas empieza a ser documentada e investigada, nuestra experiencia desde la Fundación Mujer y Futuro, trabajando en  apoyo psicosocial y terapéutico a  mujeres, niños y jóvenes afectados por la violencia del conflicto Colombiano, muestran evidencias que es  muy importante visibilizar: 10

 

·                 Los jóvenes vinculados a los grupos armados y su vida afectada por la violencia intrafamiliar.  Jóvenes hombres y mujeres que se han vinculado voluntariamente a los grupos alzados en armas, expresan que las difíciles situaciones de violencia vividas al interior de sus familias, fueron una de las causas determinantes de su inserción a grupos guerrilleros o de autodefensas. Manifiestan con mucho dolor, la tragedia de su infancia, donde los golpes, las carencias afectivas, las humillaciones y el recargo de trabajo siendo niños/as, fueron un factor fundamental en haber aceptado insertarse en grupos alzados en armas que les prometieron una mejor vida y futuro. Es significativo, que a pesar de que existían también condiciones de marcada pobreza, los jóvenes no refieren en sus testimonios, las carencias materiales, sino el maltrato físico y psicológico vivido en sus familias de origen. De otra parte,  muchas mujeres jóvenes expresan que se incorporaron a la insurgencia, huyendo  de abusos sexuales de familiares o conocidos. 11

 

·                 Mujeres afectadas por violencia sexual y amenazadas  de reclutamiento huyen y se desplazan:  Tenemos testimonios de mujeres que hoy se encuentran desplazadas en asentamientos  en Bucaramanga, que manifiestan como motivo de su desplazamiento la amenaza o la realidad vivida de ser abusadas sexualmente por actores armados de diferentes bandos, guerrilla o paramilitarismo, pero también por  agentes del Estado. ( ejercito) 12    

 

 

La violación sexual en situaciones de guerra es un  hecho reconocido por los organismos de atención humanitaria, como una de las más dramáticas formas de violencia ejercida contra las mujeres. “En la guerra, la violación no es un accidente, ni un daño colateral al conflicto armado. La violación es empleada como una arma más de la guerra, que se utiliza para debilitar y vencer al enemigo. A través de los cuerpos de las mujeres, considerados y usados como objetos, se pretende lograr demostraciones de poder y deprecio, intimidar, vengarse y castigar a los hombres. 13

 

La mesa de trabajo MUJER Y CONFLICTO ARMADO, 14 reconoce que la violencia sexual por parte de los grupos armados es una realidad en Colombia, que aún no ha sido suficientemente visibilizada, y expresa que las “mujeres víctimas de violencia sexual por parte de actores armados se ven obligadas a ocultar su drama por diversas razones, entre las cuales sobresale el miedo a las amenazas proferidas por los actores armados que cometen la violación”. 15

 

La Fundación Si MUJER, de Calí, recogió testimonios de 15 mujeres sobrevivientes de la violencia sexual, que quedaron embarazadas por violación sexual por parte de actores armados. Una de ellas, dice” me amenazaron con matarme a mi y a mi familia si contaba, y nos dieron 5 días para salir del pueblo”. 16  

 

Los daños ocasionados a las víctimas de la violencia sexual son enormes y permanentes. La vergüenza, el estigma social y el rechazo por parte de la familia, hacen que la victima sea culpabilizada, generándose sentimientos de ambivalencia que propician el agravamiento de la violencia intrafamiliar, conformándose de ésta manera un círculo de violencia  que deja secuelas emocionales y sociales muy difíciles de reparar.

 

·                   El desplazamiento y la agudización de la violencia intrafamiliar.

 

Uno de los efectos mas graves del conflicto armado Colombiano es el desplazamiento forzado de innumerables familias campesinas o  de pequeñas localidades rurales, que huyen en éxodos individuales, familiares o colectivos. Su desplazamiento hacia las ciudades, ha sido causado en muchas ocasiones por la violencia directa a familiares cercanos, que han sido asesinados, también por haber presenciado masacres, o haber sido víctimas de amenazas de los grupos armados, que los catalogan como de uno u otro bando y les imponen a base de terror, la huída y el desarraigo.

 

Familias enteras víctimas del miedo y de la violencia armada, llegan a las  ciudades y hoy son llamados “desplazados” 17  Las amenazas, el miedo, el incendio de las viviendas, el temor de las personas que huyen por las masacres y los asesinatos, por los enfrentamientos entre los actores armados que generan violencia y afectan a la población civil junto con las desapariciones forzosas, son características del desplazamiento. La población campesina es el sector social más afectado, encontrándose también junto a ellos los indígenas y la población negra  y las mujeres cabezas de familia. 18

 

En las ciudades receptoras, las familias desplazadas se ubican en invasiones, hoy día llamados “asentamientos de población desplazada” o en albergues temporales, pero que ante la carencia de programas de vivienda estatal, se convierten en espacios permanentes. Allí, en condiciones de hacinamiento y total falta de privacidad, con dificultades materiales de todo orden, estas familias se ven obligadas a  insertarse y adaptarse a nuevas formas de vida. En estos espacios precarios, en la mas absoluta pobreza, donde conviven familias de diversas procedencias y costumbres, se expresan, las formas típicas de la violencia intrafamiliar.  Muchas mujeres manifiestan cómo sus compañeros, se han vuelto mas agresivos en esta nueva situación, y como muchos de ellos que antes del desplazamiento no ejercían violencia contra ellas,  en los nuevos entornos de la ciudad, son hoy hombres que las maltratan a ellas y sus hijos. 19

 

Estudios e investigaciones realizadas sobre la condición de las mujeres desplazadas, muestran cómo ellas son víctimas múltiples 20, ya que además de las pérdidas de seres queridos, han perdido sus bienes, pertenencias,, formas de subsistencia y han dejado por el terror y el miedo, su mundo afectivo constituido por relaciones primarias que construyen el sentido básico de identidad. En los nuevos lugares, se encuentran ajenas a  los espacios sociales citadinos, pero también carentes de relaciones cercanas que las apoyen y les ofrezcan protección. Esta situación las hace vulnerables a la violencia y el maltrato de sus compañeros, y han sido sus compañeras de asentamiento las que las han apoyado en momentos de agudización de la violencia conyugal.

 

Sobresale en las mujeres desplazadas el desconocimiento de  sus derechos humanos  y la forma como han naturalizado las situaciones de violencia, como hechos normales asociados con el deber ser de las mujeres. 21      

 

Con los niños y las niñas, suceden situaciones similares de agudización del maltrato y agresividad de sus padres y madres hacia ellos. Los menores afectados por el desplazamiento, muestran en su comportamiento el impacto emocional vivido, manifestando agresividad entre hermanos, peleas constantes con sus pares en los asentamientos, solicitudes de comida que no hay forma de atender, y se crean condiciones propicias para que se ejerza sobre ellos medidas de control bajo la forma de castigos severos y agresiones verbales que van alimentando el resentimiento y la rabia. Testimonios que hemos recogido de niños cuyos padres fueron muertos, en el conflicto armado, bien sea por guerrilleros, el ejercito regular o paramilitares, muestran el  resentimiento y el dolor que han acumulado al vivir en forma directa las consecuencias de la guerra. En los  niños entrevistados se perciben el odio y el rencor como producto de sufrir la muerte de sus seres queridos. Estos niños,  niñas y jóvenes, han sido testigos de las amenazas, el hostigamiento, el desplazamiento, agresiones y  pérdidas que los afectan en una edad muy temprana. Al no existir programas específicos para la infancia y juventud desplazada, el dolor emocional no sanado, se expresa en ira, y problemas de comportamiento. Muchos niños, en sus relatos manifiestan sentimientos de resentimiento,  percibiéndose ideas de venganza, predictoras de situaciones de retaliación que posiblemente continuará la cadena de violencia a la que pueden llegar cuando sean adultos.  Sobre este aspecto, valga la ocasión para destacar la urgencia  de establecer estrategias de apoyo emocional en las escuelas a donde llegan niños/as afectados por el desplazamiento, que les permita una resolución positiva de sus duelos y emociones dolorosas por las perdidas vividas. Es posible y urgente preparar a los y las docentes con formación  básica sobre cómo atender a los menores desplazados, ayudándolos a exteriorizar sus dolores, sus experiencias traumáticas y sanar de esta forma tantas vivencias afectivas que si no son sanadas, pueden conducirlos en un futuro próximo a situaciones de  malestar emocional ,  sed de venganza y en consecuencia mayor violencia.

 

La violencia intrafamiliar asociada al desplazamiento forzado, destruye las relaciones familiares, se incrementan los hogares con jefatura femenina y las obligaciones económicas y sociales recaen sobre la mujer desplazada quien muestra en el post desplazamiento una recursividad extraordinaria para lograr la sobrevivencia de sus familias. Sin embargo, no es conveniente idealizar las actitudes de las mujeres desplazadas, ya que ellas expresan con amargura y resentimiento, el peso de asumir solas las responsabilidades de sacar adelante sus hijos. En medio de éste panorama de carencias materiales y emocionales, muchas mujeres constituyen nuevas uniones, como una estrategia de apoyo económico, y corren el riesgo de volver a sumirse en situaciones críticas de violencia y maltrato conyugal.

 

Es importante también resaltar que la violación y los abusos sexuales  por parte de conocidos es una situación que hemos percibido como recurrente en los asentamientos de población desplazada y que estas situaciones en muy pocas ocasiones son denunciadas.     

 

Finalmente, considero que la categoría de género, que acompaña esta reflexión, es una herramienta  fundamental para identificar y explicar desde las identidades femeninas y masculinas  las dinámicas de la guerra y nos permite ubicar, en el marco de la cultura patriarcal los determinantes masculinos que posibilitan la guerra como vía para afrontar los conflictos y diferencias. “Es que la guerra afecta de manera diferente a hombres y mujeres, en la medida en que atraviesa la vida individual, familiar y colectiva de las personas, deja marcas en sus historias, modifica sus modos de vida y sus expresiones. La guerra destruye, copta y recrea la acción colectiva existente al fragmentar y polarizar los referentes de identidad existentes.” 22  En este sentido, mostrar las relaciones muchas veces invisibles entre guerra, violencia familiar, violencia sexual,  y desplazamiento, se torna en un imperativo actual, para comprender la dinámica de conflicto armado y social que vive Colombia.

 

* Isabel Ortiz Pérez. Psicopedagoga, Especialista en Sexualidad y Procesos Afectivos, Directora de FUNDACIÓN MUJER Y FUTURO en Bucaramanga. Columnista de Vanguardia Liberal.

 

Notas:

 

1 Documento de la RUTA PACIFICA DE LAS MUJERES POR LA PAZ.

2 Lamus Doris y Ximena Useche, “ Maternidad y Paternidad: tradición y cambio en Bucaramanga”,  Editorial UNAB,2002.  

3 Ordóñez, Myriam,  Violencia contra las mujeres y los niños en Colombia, factores predictores”, Profamilia, Bogotá, 1996.

4 Parra Sandoval Rodrigo y otras, LA ESCUELA VIOLENTA, Tercer Mundo y Fundación Fes, Bogotá, 1992.

5 Miller, Alice, “Por tu propio bien”.Paidos, 1986.

6 Ordóñez, Myriam, obra citada.

7 Encuesta Nacional de Demografía y salud, Salud Sexual y Reproductiva en Colombia, PROFAMILIA, resumen, pag 23, Bogota

8 Profamilia, obra citada.

9 Investigaciones realizadas por Donny Meertens y Nora Segura,  desde 1994.

10 La Mesa de Trabajo MUJER Y CONFLICTO ARMADO, es una de las que mas ha contribuido a mostrar la afectación hacia las mujeres delas situaciones de conflicto armado, por lo cual nos apoyamos en sus avances sobre este tema.

11 Entrevistas con jóvenes desvinculados, en trabajo de apoyo emocional realizado por la Fundación Mujer y Futuro en coordinación con el ICBF, Regional Santander.

12 Testimonios directos recogidos en consultas de apoyo emocional realizadas por psicólogas de la Fundación Mujer y Futuro a mujeres que se han desplazado.

13 Lelievre Christiane, Mujeres Botín de Guerra. En Vanguardia Dominical, 25 de noviembre de 2002.

14 La Mesa mujer y Conflicto Armado, es una iniciativa de coordinación interinstitucional en la que participan aproximadamente 20 organizaciones sociales, quienes desde 1999, trabajan  alrededor del tema Mujer y Conflicto armado. La Mesa está coordinada por ILSA  y realizó la intermediación para que  la Relatora Especial de Naciones Unidas sobre Violencia contra las mujeres, visitará Colombia, en octubre del 2001.   

15 “ Mujer y Conflicto Armado, Segundo avance de la MESA MUJER Y CONFLICTO ARMADO,  Bogotá, 2001, Pág. 38.

16 Citado en el libro  “Embarazo por violación, la crisis múltiple”,   Fundación Si Mujer, Calí, 2000, Pág. 55.

17 La cifra total de desplazados está entre 2 millones, que reconoce la Red de Solidaridad Social (800.000 de ellos registrados) y 2.7 millones que menciona la ONG Codees. Diariamente en el 2001, fueron desplazados entre 531 y 936 personas. 819 municipios están afectados por el desplazamiento, 52 de ellos concentran el 65% de las expulsiones y a 44 municipios llega el 72% de los desplazados. Fuente: Informe dl Alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR, citado por El TIEMPO, 19 de octubre de 2002. 

18 Guevara, Ruben Darío, “ Mujeres desplazadas por el conflicto armado”, Situaciones de género en Cali y Popayán. Colombia,  Universidad del Valle- Asprodeso (Asociación de Profesionales para el Desarrollo Social)

 

19 Testimonios producto de atención psicológica realizada a mujeres desplazadas por la Fundación Mujer y Futuro.

20 Meertens, Donny, “Mujer y Violencia en los conflictos Rurales” en Análisis Político, No 24, IEPRI, U.Nal de Colombia, 1995, pag, 38.

21 Testimonios recogidos por el Observatorio de Derechos Humanos de las Mujeres Desplazadas que realiza Sisma Mujer con el apoyo de ONGs de Mujeres, en Calí, Bucaramanga y Cartagena. La Fundación Mujer y Futuro, es el punto de recolección de información en Bucaramanga. Este trabajo  se ha realizado durante el año 2002.   

22 Guevara Ruben Darío, obra citada