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            Por unos minutos todo estuvo en silencio, pensaba que me iba a dejar, que ya no me iba a querer, así que, aunque no estaba tan segura de lo que quería, lo abrasé y le dije que “no volvería a hacer otra tontería como esa”. Entonces comenzó a besarme con mucha fuerza, me tocaba ansiosamente, me apretaba, claro que me dolía, pero no podía decirle nada porque se enojaría; pensé que era normal, que en esos momentos así eran las demostraciones de amor. Las caricias aumentaron, me quitó la blusa, sentía vergüenza y miedo, pero cuando quiso desabrocharme el pantalón no aguante más y lo aparté bruscamente; a él ya no le importó y lo intentó nuevamente, yo luché por quitármelo de encima y salí corriendo de ahí… No sé cómo, pero llegué a mí casa.

         Desde entonces no me habla, tal vez es lo mejor, al menos ya no tengo ese miedo que tenía al estar a solas con él.